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Mindfulness Educativo
Algunas ideas para profundizar
LA ATENCIÓN
Para entrenar el músculo de la atención debemos empezar por los sentidos: lo que ves, lo que oyes, lo que hueles, lo que saboreas, lo que palpas... todo ello configura lo que observas en este momento.
La atención se ve interrumpida permanentemente por nuestra mente parlanchina, crítica, pendiente siempre de juzgar o de interpretar la realidad.
Para mejorar la atención es necesario que observemos sin juzgar todo aquello que se presenta ante nuestros sentidos, sin prejuicios ni opiniones. Es el único modo de experimentar cosas distintas.
Percibir la realidad sin la intermediación de la mente nos abre la mirada a un mundo maravilloso, lleno de nuevos destellos que nunca habíamos visto.
RESPIRACIÓN
Al dirigir la atención a la respiración mientras estás respirando, estás presente en este momento... no en el ayer, no en el mañana. Se trata de estar presente ahora, en este momento.
La respiración está siempre contigo, no te la puedes olvidar ni se te puede caer. Así será toda la vida, la llevarás a todos lados contigo. A través de ella puedes saber si estás nervioso, inquieto, calmado, si la retienes o si fluye. Cuando observas la respiración, te vuelves consciente de tu mundo interior.
Respirar conscientemente mejora la concentración y la memoria, ayuda a responder en lugar de reaccionar impulsivamente, influye en el mundo interior sin negar ni reprimir nada.
EL CUERPO: EMOCIONES + PENSAMIENTOS
El cuerpo puede decir muchas cosas:
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Reacciona ante las preocupaciones y los pensamientos.
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Reacciona ante las emociones, como el miedo, el asombro, la excitación, la felicidad...
Estas reacciones las notamos en el cuerpo, por ejemplo, cuando sentimos palpitaciones o un nudo en el estómago, cansancio, hambre o inapetencia, ligereza o ánimo, hombros entumecidos, sudoración...
Aunque muchas veces percibimos estas señales del cuerpo, muchas veces apartamos esas sensaciones, desterrándolas a través de escapatorias (comida, máxima actividad, retraimiento, desahogo a través de la ira hacia los demás...).
El resultado de todo esto son más problemas, porque las sensaciones desagradables no cesan. Sentir dolor es un signo que indica que ya es suficiente. Solo hay que prestar atención, aprender cuál es el límite, hasta dónde puedes llegar.
Rápidamente entran en juego los pensamientos acerca de esas sensaciones: los propios sentimientos que no merecen tu aprobación. Es necesario comprender que los sentimientos son simplemente sentimientos, pero no son tú. Tú solo los tienes.
PREOCUPACIONES
Tenemos en nuestro interior una vocecita que se mete en todo y que tiene siempre una opinión en la punta de la lengua. Habla acerca de ti, del resto de las personas, de tu ropa y tu alimentación, de lo que tendrías que haber hecho, de lo difícil, lo agradable, lo que serás de mayor, lo que sucedió en el pasado, lo que podrá ocurrir en el futuro...
Las preocupaciones nacen cuando quieres que las cosas sean de otra manera, distintas de lo que percibes que son en este momento. Solemos intranquilizarnos por muchas cosas, generalmente sin darnos cuenta de que tenemos pensamientos, opiniones, juicios o dudas acerca de casi todo.
Muchas veces creemos que, al preocuparnos, podemos solucionar las cosas. La preocupación es un mecanismo que nos ayuda a estar alerta pero, si se prolonga en el tiempo, puede ocasionar estrés.
PACIENCIA, CONFIANZA Y FE
Son muchas las cosas que deseamos que sean diferentes, mejores, más seguras, hermosas, fáciles, como eran en el pasado. Los deseos y anhelos son importantes, son un primer paso para que el mundo sea mejor, pero si nos obsesionamos con ellos, pueden señalar constantemente lo que no tienes, en lugar de resaltar lo que sí tienes.
Aceptar que hay cosas que puedo logar porque dependen del propio esfuerzo es un punto de madurez al cual todos podemos llegar, pero también hay que entender que hay cosas que quedan fuera de nuestra influencia, muchas de ellas difíciles de aceptar: la pérdida de un ser querido, los sentimientos que vienen y van, la reacción de quienes nos rodean...
Aprender a confiar, a soltar, a dejar que las cosas fluyan sin agobios no es lo mismo que rendirse. Podemos comprender que el cambio no siempre se produce por querer algo distinto, sino que es parte intrínseca de la vida. Nada permanece, todo cambia. Comprender esto te hace libre.
AMABILIDAD
La amabilidad es una cualidad poderosa, que alcanza siempre al corazón, porque no juzga ni excluye a nadie. Hay que empezar por uno mismo: tratar amablemente nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestro cuerpo.
La amabilidad permite crecer, confiar en uno mismo, aprender a confiar en los demás, consuela, sana, convierte a una persona en un ser cálido y abierto. Para ponerla en práctica, debemos tener pensamientos amistosos y afables sobre nosotros y sobre los demás, desear siempre el bien a todos los que nos rodean.
En un mundo cada vez más superficial, cultivar la amabilidad nos ayudará a parecer más humanos.
La comunidad científica habla
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